jueves, 8 de marzo de 2012

“A veces hay que estropear un poquito el cuadro para poder terminarlo.”Eugène Delacroix

Buenas tardes.

Siento haberos dejado ayer con las ganas de saber cuál era mi secreto.
Pues os lo voy a decir, no es nada especial. El principal es creer en uno mismo, y el otro yo creo que más importante es la inspiración. Mi fuente de inspiración fue un sueño, un sueño maravilloso, que os voy a contar.

La verdadera razón por la que me puse a pintar de nuevo y con más ganas que nunca fue porque una noche durmiendo, comencé a soñar y en medio de ese sueño en el que estaba con mi padre tranquilamente en la cochera en la que guardábamos el autobús en el que trabajaba (yo era un chiquillo de 10-12 años), pues ante mi sorpresa, mi padre me dice:
-Pedrito, anda coge el autobús y apárcalo tú que yo estoy cansado.
Yo sabía que era un sueño, y que podía hacer lo que quisiera, pero le dije:
-Papá, yo no puedo llevar el autobús, te recuerdo que soy un chavalín y no puedo conducirlo. Así que te espero adentro.

Comencé a entrar en las cocheras y no se parecían en nada a las reales, eran como una especie de hangares en los que esperan los Cazas de combate (F18) para las alertas. Pero yo entré, con un poco de respeto,pero al final entré.

Una vez dentro, cambió todo; era una especie de salón con los techos abovedados pero de forma natural (como unas catacumbas naturales). Me acerqué a una mesa grande que había en el fondo de la sala, el ambiente era lúgubre y húmedo, avancé hasta la mesa y allí me quedé esperando a mi padre.

Había muchísima gente por allí circulando de un lado para otro, pero yo no reconocía a nadie; todo el mundo vestía de una forma muy rara, como con túnicas y ropas desgastadas, vamos nada actual. Cuando giré de nuevo la mirada hacia el frente de la mesa, estaba toda ella rodeada de hombres que no conocía, todos ellos esperando y sacando cosas sobre la mesa. Entre ellas una especie de mapa o algo que se le parecía. Volví a girar la cabeza hacia mi izquierda como buscando a alguien (mi padre tenía que estar por allí), pero no le encontré a él.
En su lugar, vi a una mujer vestida con una túnica gruesa marrón oscuro que se acercaba a la parte estrecha frontal de la mesa, noté algo raro, una sensación de calma total, de pausa, de tranquilidad, como si el mundo se hubiese detenido o acabado, en ese momento no me importaba que hubiera pasado con el mundo. Yo estaba allí, viendo como se acercaba a la mesa, pero ella no andaba, más bien era un efecto como si toda la sala, la mesa, todos nosotros y la catacumba entera se acercaran a ella.
Según todo iba siendo atraído por su presencia, cuanto más cerca estábamos, ella iba abriendo sus brazos, que llevaba a la altura de la cintura y con sus manos hacia arriba. La cabeza la llevaba un poco agachada, pero cuando estaba casi tocando la mesa, fue girándola y me miró; la verdad es que me intimidó un poco, pero era algo único su cara desprendía un halo de eternidad de color azulado, era una sensación maravillosa.

Mientras tanto todos los demás estaban con la cabeza agachada, como haciendo una reverencia a aquella dama, y uno de ellos alargó su brazo y puso aquel tipo de mapa delante de ella y de mí.

De repente alargó su mano derecha y me la ofreció, y cuando acerqué la mía para coger la suya me fundí con su luz y agarré su mano con delicadeza, salió de mi boca su nombre, mirándola fijamente y con mis ojos bañados en ese halo azul, que convirtieron mis lágrimas en una océano de paz:
- María.
Miramos juntos aquel trozo de tela y ella dijo:
- Pedro, tenemos que encontrarle.
Yo simplemente hipnotizado por su calidez, oía esas palabras una y otra vez, como un susurro en mi cabeza. Y simplemente, asentí.
Entonces nada más hacer aquel gesto con mi cabeza, todos los demás que estaban en la mesa dijeron al unísono:
- Sí, tenemos que encontrarle.

La imagen del dibujo de aquel mapa estaba delante de mis ojos, mi mano seguía agarrada a la de María, pero ella ya no estaba.

Y entonces prometí "encontrarle" como le prometí a la dama del halo azul:
- ¡Madre! Le encontraré.

Hasta mañana.

Espero que os haya gustado, yo lo tengo grabado a fuego en mi pensamiento. No dudéis en comentar lo que queráis, historias parecidas que os hayan inspirado, motivado, etc.
Tengo los brazos abiertos.

Un abrazo a todos.

P. Melitón


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